Verán, fui jefe de departamento en Gandhi hace más de un año. Me gustó, en lo que a tener acceso a la librería se refiere. Sin embargo, mi salida fue algo estrepitosa. Me corrieron. Como jefe, uno tenía que ver la manera de que el departamento consiguiera los objetivos del mes, como cualquier vendedor por comisión. En aquel mes de octubre mi departamento y los vendedores lo habían alcanzado y estábamos contentos por salir de una mala racha. Pasa que uno consulta el sistema interno que te dice cómo vas con las ventas, objetivos y demás; y bueno, faltando menos de ocho horas para que cerrara el mes el corporativo hizo un "ajuste" y movió los objetivos del mes a casi el triple de lo original, dejándonos a todos sin comisiones. Los vendedores se enojaron, ya no querían ir a trabajar, el gerente estaba de vacaciones, pensaron en hacer huelga; busqué la manera de canalizar eso en escribir una carta al corporativo, obviamente yo también estaba enojado.
La carta no era amigable, se notaba el descontento, pero también contenía información, fotos y el consenso de los trabajadores para aclarar la situación; la leí frente a ellos, aportaron a la redacción, y todos estuvieron de acuerdo en que eso era lo que querían expresar. Lo que hizo el corporativo fue decirnos que sí se habían equivocado, pero que aún corrigiendo el ajuste muchos quedábamos sin comisión porque el ajuste iba a ser "moderado" en primer lugar. A ocho horas de cerrar el día. Seguía siendo una injusticia.
Por un lado, dijeron que verían la manera de aclarar la situación, y por otro, investigaron quién era yo y por qué supuestamente los calenté para que reaccionaran así. Cada llamada era una búsqueda de un chivo expiatorio. Bloquearon la computadora de donde enviamos el correo, que era la computadora de mi departamento, pregunté por qué y nadie sabía nada el respecto; una movida oscura. Luego, el señor Saul Mera, jefe de recursos humanos de la empresa, me habló por teléfono y repetía lo mucho que a la empresa le importaban sus trabajadores, tanto así, que él mismo iría a visitarnos desde la ciudad de méjico hasta monterrey para tratar el asunto, aún y cuando él tuviera el intestino de fuera y cargara una bolsa con sus deshechos, en cada llamada lo reiteraba por lo menos tres veces. Como si nunca hubiéramos visto un enfermo o personas que aún así hacen esfuerzos.
Cuando llegó y convocó a junta, nos presentó a su supuesto asistente en RH, que luego se desenmascaró, en realidad era su abogado, y que "esclarecer el asunto" en realidad se trataba de "renunciarnos" a todos los que seguíamos pensando que aquello era injusto y razón de protesta, no sin antes tratar de convencer a los compañeros que no estarían tan enojados si yo no fuera un envalentonado altanero sin respeto por la empresa y el trabajo.
Al fin nos corrieron, exigí mis comisiones y me las dieron en un cheque que de casualidad nada más a mí me lo escribieron incorrectamente y tuve que regresar a que lo corrigieran, perdiendo algo de tiempo. Lo que me impresionó fue la solidaridad de las chicas de mi departamento. Tan pronto supieron, bajaron a renunciar, sabían que aquello era por demás injusto. No había lugar a pensar diferente esa situación. Gandhi es una porquería y nadie debería darle su dinero. Y si quieren pruebas, todo lo tengo grabado, cada llamada e interacción (Oh sí :3).
Entre otras linduras, fue que a huevo se tenían que exponer los libritos "de humor" del hijo de no sé quién de la empresa, una porquería, y otras exigencias absurdas.
Por eso es importante que apoyen los proyectos independientes, los verdaderamente independientes, y financien a quienes sí están interesados en que les llegue cultura (independientes o no). Si me siguen como lo hacen ya saben de qué hablo :) Tengan bonita tarde.
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