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La cultura de los ‘no muertos' proviene de rituales de vudú que supuestamente se practicaban y practican. No existen pruebas que corroboren este ritual en el que el hechicero logra matar a un ser humano para después resucitarlo anulando su voluntad y convirtiéndole en su esclavo. Pese a la falta de pruebas en Haití muchos familiares decapitan o inyectan agua con sal a sus fallecidos antes de enterrarlos para evitar su resurrección.
La idea de los muertos vivientes llevó a varios artistas a crear todo un género de terror. En literatura, cómic, cine y videojuegos los zombis se convierten en una plaga caníbal que lleva a la humanidad a un terrible apocalipsis en el que los supervivientes se tendrán que enfrentar a sus propios congéneres para no perder la civilización. El nombre más relevante de este género es el director de cine George A. Romero.
Los apocalipsis zombis son plena fantasía sin ninguna base científica. El Doctor Schlozman ha buscado la manera de hacer factible esta ficción realizando un análisis de ingeniería inversa.
El supuesto foco de infección (bien sea virus, bacteria, radioactividad, etc.) crearía lo que el doctor ha bautizado como ANSD (Síndrome atáxico neurodegenerativo de deficiencia de la saciedad). Los afectados por ANSD serían los zombis que atravesarían las calles hasta ser decapitados acabando con todas sus funciones neuronales, igual que en la ficción. Según el doctor la forma más segura de acabar con sus ‘vidas' es decapitándoles o disparándoles a la cabeza, lo que hace pensar que el corazón no es demasiado importante en estos seres.
La enfermedad atacaría al cerebelo y a los ganglios basales acabando con la coordinación del contagiado. Observaríamos los tropiezos, temblores y el arrastrar de sus miembros para distinguir a un infectado de otros humanos sanos.
El ANSD afectaría directamente al lóbulo frontal inhibiendo su capacidad resolutiva, es decir, impidiéndoles, por ejemplo, abrir puertas o ventanas de otra manera que no sea a golpes. Las únicas instrucciones que llegan al lóbulo frontal del zombi provendrían de los estímulos sensoriales que recoge el tálamo y no realizarían un posterior análisis de estos estímulos. El zombi tendría una significativa reducción de actividad en el córtex del lóbulo frontal, lo que le derivaría a ser tan insistente y poco solvente frente los problemas.
La amígdala cerebral ha sido estudiada en diferentes animales induciendo lesiones que mermaron su agresividad y sus reacciones. Cuando hay una situación de tensión o proclive a la agresividad la amígdala cerebral se comunica con el lóbulo frontal mediante la corteza cingulada anterior. El fallo en el lóbulo frontal haría que la corteza cingulada anterior trabajase de manera defectuosa y no controlase adecuadamente las reacciones y modulase la agresividad. Los aquejados serían terriblemente violentos al no existir ningún freno cerebral.
Los zombis sufrirían hiperfagia (carencia de saciedad al alimento). La razón de tanta gula es un daño en el hipotálamo ventromedial generado por el ANSD.
El último síntoma que relata el doctor resuelve la carencia de sentimientos de los zombis. La empatía entre seres se encuentra en las llamadas neuronas espejo. Un daño en estas neuronas acabaría con las expresiones de tristeza, alegría, miedo, etc.
Tras el estudio, el Doctor Schlozman expresó "Aun pienso que los zombis son personajes ficticios, aunque ya no estoy tan seguro".
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