lunes 5 de diciembre, llegue tarde a la casa ,las malas noticias del trabajo no me iban a arruinar la noche , dej0 el celular cargandose en la laptop , y me doy una ducha de 10 min , salgo a las prisas , me visto, limpio las botas y me largo al concierto de Morrissey .
al no disponer de auto tuve que pasar alrededor de 15 min. esperando el bus, hace frio y ya es tarde , la impaciencia empieza a sentirse, al fin veo al poderoso mounstruo acercarse no traigo la famosa tarjeta feria asi que pago el costo del pasaje tomo un asiento de lo que abudana ya que va solo y disfruto el trayecto.
Me gusta mi ciudad eh ido a otras lados y aqui con sus mas defectos que virtudes es donde mi corazon se siente mas agusto.
frente a una audiencia que ocupó –con algunos huecos- unas tres cuartas partes del aforo del recinto (a pesar de que las cortesías circularon generosamente).
Su visita fue parte del tour para promover avances de su décimo álbum como solista y el disco de éxitos Very Best of Morrissey, que lanzó este año. Su regreso pudo haber sido muchas cosas –si bien había quedado a deber en su primera visita– pero nos quedamos con la mejor de las posibilidades: fue bueno, preciso e inesperado.
La encargada de calentar el escenario previo al concierto fue Kristeen Young, una joven cantautora de voz poderosa –en la línea de Imogen Heap o Florence + the Machine– que mezclaba sus habilidades con el piano / teclados con la música electrónica.
Luego de una espera con videos de Sparks, Nico y New York Dolls, entra un monologo de una Drag Queen el telon sube , Morrissey y su banda salen al escenario a las 10 de la noche.
Moz saluda a Monterrey a la gente interpreta I Want The One I Can't Have
que grabe en el celular a una pesima calidad me acerque un poco a los limites entre la zona oro y platino
Moz ofreció éxitos de The Smiths y de sus álbumes de solista: alternó entre sencillos y piezas poco conocidas, característico de sus conciertos en los últimos años. Abrieron con fuerza y acelerados, con dos grandes rolas, “I Want the one I can’t have” (de The Smiths) y “The first of the gang to die”, poniendo el estándar en alto para el resto de la noche.
La ambientación del espacio era bastante sencilla: una gran pantalla que la mayor parte del tiempo no fue ocupada y cuatro luces distribuidas alrededor de la banda; inclusive, algunos videos e imágenes habían sido reusados de su visita anterior.
Despreocupado, saludando a los fanáticos y concentrado en cada una de las piezas, Morrissey se mantuvo cercano a su banda dejando el trono (el control del escenario) de lado. También hubo pocos trazos de su arrogancia, misma que se suele interponerse entre el público y su música.
Después de ganarse al público con las canciones de apertura, el concierto se concentró en el trabajo como solista de Morrissey.
Tocó el pandero en "You're the one for me, fatty" (Your arsenal, 1992), y en "When last I spoke to Carol" (Years of Refusal, 2009), la banda cambió el rock por las guitarras acústicas y una trompeta para ofrecer una canción con sabor español, en oleadas de música como sorteando al toro.
Morrissey siguió con “Black cloud” (también de Years) y después con el melódico sencillo de Ringleader of the tormentors (2006), “You have killed me”, que el público reconoció y cantó con él. Las canciones seguían una a la otra rápidamente, en parte por la brevedad de las mismas, característica que las composiciones de Morrissey han mantenido desde su anterior banda.
Regresando a terreno familiar, continuaron “There’s a light that never goes out”, en un estilo cortés y apacible, arrastrando al público a todo el poder emocional de su voz, y las luces como diamantes rodeando el escenario. Remató con “Everyday is like sunday”, también en el mismo espíritu, con la que se levantaron las voces del público en cada una de las flexiones de la melodía.
El momento cumbre de la noche fue de tono político, una vertiente que Morrissey no había dejado asomarse en su anterior visita: con “Meat is murder”, mientras la banda soltaba su propia fuerza en una creciente de ruido y distorsión alejada del legado de The Smiths, en la pantalla gigante se proyectaban videos impactantes del tratamiento de animales para productos alimenticios y de mataderos. El escenario se teñía de un rojo violento y los estruendos de la banda se acercaban a las convulsiones de los animales. Los versos al aire: “This beautiful creature must die / a death for no reason / and death for no reason is murder”. El público de la tierra del cabrito y de las carnes asadas apenas si pudo responder ante la afrenta con pocos aplausos, cortos para una sólida y demandante interpretación.
En el mismo tono militante, presentó una de sus nuevas canciones, "People are the same everywhere", haciendo referencia a la situación de las protestas en Siria, Egipto, y Estados Unidos. De su más reciente material también presentó “Scandinavia”, aunque ninguna de las dos canciones fue introducidas como nuevas al público ni revelado el nombre del disco.
Hacia el final de la noche, interpretaron “Speedway”, una canción provocadora que cierra su disco de solista Vauxhall and I (1994), con un impresionante ejercicio de la banda para simular el rebobinado de la música. Para el final de la canción, se había despojado la camisa, quizá con más rutina que con gracia, y con eso dejaba el escenario.
Pocos minutos después Morrissey regresó una vez más para autografiar un póster de un fanático en primera fila, hacer una reverencia al público con su banda, y ofrecer una canción más: “Still Ill”, una pieza poco esperada del primer álbum de The Smiths.
Dejó a los fans en espera de “Suedehead”, “How soon is now?” y “The last of the famous international playboys”, y probablemente una decena de canciones igual de buenas. Lo que ofreció lo hizo en toda la extensión de su pecho, que ya conocíamos descubierto, y del que sólo podemos esperar pronto otra visita más.
Que bueno que te la pasaste bien en el concierto.
ResponderEliminarQue envidia me das, envidia de la buena ¿eh?
¡Salu2!